lunes, 27 de octubre de 2014

Simplemente, no puedo.

Hoy me ha dado por escribirte en prosa, aunque de igual forma sé que no llegarás a leerme. Ni siquiera escucharás mi grito en el vacío pronunciando tu nombre. Porque tú no eres de los que echan de menos, no eres de querer a la larga, te va más lo inestable, lo perfecto, y tengo asumido que yo no lo soy, y nunca podré llegar a serlo. No te van las historias esas de bailar bajo la lluvia mientras suena de fondo una canción, la nuestra, besarnos al compás de la melodía hasta quedarnos sin aire en los pulmones, hacer una pausa y reanudarlo todo de nuevo. Ignorar al resto del mundo y pasar de todo, estar solo nosotros. He escuchado tantos 'lo prometo' salir de tus labios, que ahora que estás a punto de irte, me pregunto cuántos de ellos fueron realmente de verdad. Si a ti también te parte el alma irte, dejarlo todo, y desaparecer para siempre. O si sólo soy yo la que pasara bastantes noches pensando en ti, en cómo podrían haber sido las cosas si te hubieras quedado algún tiempo más.
Y no puedo dejar de darle al play, puede que sea tonta por torturarme con algo que no vale la pena, pero en cierto modo me hace bien escucharte, aunque después acabe llenando la almohada de lágrimas, de '¿por qué te fuiste y me dejaste sola?'. No puedo aparentar ser fuerte si estoy casi rozando el fondo, no puedo sonreír si el motivo por el cual era feliz ya no está. No puedo hacer como si nada, cuando despierto cada día y no te veo al otro lado de la cama, con esa sonrisa y tus 'buenos días pequeña'.

Simplemente, no puedo. 

sábado, 25 de octubre de 2014

Me apeteces a estas horas de la noche.

Me apeteces,
es lo único que se me ocurre
a estas horas de la noche,
pensar en ti;
y no creo que sea bueno,
por lo menos para mí,
porque al escribir esto una lágrima
desciende por mi mejilla,
y otra,
y así hasta que me quedo sin fuerzas
para llorar más.

Ya no hay más lágrimas,
sólo ese vacío interior
que cuesta ser llenado.
Y dime,
¿cómo salgo de esto?
Ven y ayúdame,
pero no me oyes,
estás demasiado lejos
como para salvarme de todo,
de ti.

No importa nada
supongo,
dices que tienes miedo
de hacerme daño,
pero cada día me veo más rota
por tu culpa.
¿Tienes miedo de juntar estos pedazos, verdad?
Aléjate de mí entonces,
pero no vuelvas,
aquí ya no te quedará nada,
será como si no hubieras existido.

Estos versos son tuyos,
guárdalos bien,
mis últimas lágrimas que derramaré por ti,
están dentro de ellos.


lunes, 20 de octubre de 2014

Vida y destrucción.


Un segundo puede cambiarlo todo,
puede hacerte sonreír,
o derramar miles de lágrimas.
Puede hacerte salir del pozo
en el que llevas tanto tiempo metida,
o que jamás consigas ver la luz.

Porque no es lo mismo un 'adiós'
que un 'quédate'.
Lo primero te destruye,
te rompe por dentro,
y a veces sin que te des cuenta.
Alejarse de alguien
que lo es todo para ti duele,
y no existen las palabras correctas
que puedan describir como te sientes,
como tu corazón,
lentamente,
deja de latir,
bom bom bom.
Se paró.

Y no es una máquina perfecta,
no se arregla fácilmente,
incluso puede permanecer así por siempre.
Y sabes que no hay vuelta atrás,
que estarás llena de imperfecciones,
que a lo mejor nadie es capaz de revivirlo,
y seguirá con su pulso débil.

 

sábado, 11 de octubre de 2014

Despedida.

Quizás salga todo bien,
o quizás volvamos a estar en el fondo.

Es irónico que siga esperando
que vuelvas,
si en realidad nunca has estado,
solo eran ilusiones mías,
tal vez te he necesitado mucho,
para lo poco que has pensado en mí.

Y sabías que daría todo por ti,
por poder ver una de tus sonrisas
al despertar,
por dejar de ver el hueco vacío
de mi cama,
por sentir tus caricias
nada más abrir los ojos.

Ahora sé que nada de eso pasará,
que este cuento no es nada feliz,
que yo me paso el día jodida
esperando una llamada tuya,
mientras tú me vas olvidando.

Y no quiero darme cuenta de ello,
asumir que no estarás más,
que los días se volverán simples horas,
y las noches costarán más sin ti,
que mis sueños se convertirán
en pesadillas,
pero tú seguirás apareciendo en ellas.

Te sigo escribiendo,
como si fueras a leerme,
pero eso no es posible,
estás demasiado lejos como para apreciar
mi dolor,
aquel que tú me provocaste.

                                      Por eso, adiós.