lunes, 27 de octubre de 2014

Simplemente, no puedo.

Hoy me ha dado por escribirte en prosa, aunque de igual forma sé que no llegarás a leerme. Ni siquiera escucharás mi grito en el vacío pronunciando tu nombre. Porque tú no eres de los que echan de menos, no eres de querer a la larga, te va más lo inestable, lo perfecto, y tengo asumido que yo no lo soy, y nunca podré llegar a serlo. No te van las historias esas de bailar bajo la lluvia mientras suena de fondo una canción, la nuestra, besarnos al compás de la melodía hasta quedarnos sin aire en los pulmones, hacer una pausa y reanudarlo todo de nuevo. Ignorar al resto del mundo y pasar de todo, estar solo nosotros. He escuchado tantos 'lo prometo' salir de tus labios, que ahora que estás a punto de irte, me pregunto cuántos de ellos fueron realmente de verdad. Si a ti también te parte el alma irte, dejarlo todo, y desaparecer para siempre. O si sólo soy yo la que pasara bastantes noches pensando en ti, en cómo podrían haber sido las cosas si te hubieras quedado algún tiempo más.
Y no puedo dejar de darle al play, puede que sea tonta por torturarme con algo que no vale la pena, pero en cierto modo me hace bien escucharte, aunque después acabe llenando la almohada de lágrimas, de '¿por qué te fuiste y me dejaste sola?'. No puedo aparentar ser fuerte si estoy casi rozando el fondo, no puedo sonreír si el motivo por el cual era feliz ya no está. No puedo hacer como si nada, cuando despierto cada día y no te veo al otro lado de la cama, con esa sonrisa y tus 'buenos días pequeña'.

Simplemente, no puedo. 

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